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Isha

Foto del escritor: Katalina ZepedaKatalina Zepeda

Lilith


Yace en tus labios el pecado,

Susurro prohibido que alimenta el deseo,

Te haces de arcilla del suelo, Coraza despojada de miedo


Lengua engendrada de libertad,

Profesas la ignominia,

Con la vista arriba,

Entierras la pureza


Desterrada de la subordinación,

Encuentras la vida en el hambre,

Conoces el poder incesante, Reservado para Dios


Hombre ignorante,

Solo entiende la obediencia,

Se pierde entre tus piernas,

Con el egoísmo de la fe


Al artista le temblaron las manos,

Cuando entendió lo que es mujer


Eva


Cortaron la costilla de la ingenuidad,

Él se hace infinito en tu vientre,

Desgarras tu cadáver para renacer,

Llevas el pecado en tus caderas


Condenada a ser carne, no alma,

Fuego que quema, pero no consume,

Te murmuran en la sombra,

Con la promesa de despertarte


Cuenta los secretos del lamento, Su maldad jamás te reprimió,

Anida dentro de la salvación,

Más allá del santo temor


Huyes dentro de la fruta,

Conviertes de tu carne inmunda,

El que peca es más sincero,

Del que la verdad oculta


María


Ruega por el pecador,

Dentro de tu fingido candor,

Sumisa al deber divino,

Esclava del relapso


Inexorable maternidad,

Sin haber sido corrompida,

Santa virgen escogida,

Bajo su despiadada mirada


Su sádica voluntad,

No responde a la inocencia,

Que se halla entre tus piernas,

Y nace de la creencia


Te desangras al mismo tiempo,

Mientras gritas sin lamento,

Por tu renacimiento,

Dentro de su cuerpo


Culpas al sagrado pecado, Por el dolor de tu seno,

Gracias al afán del tirano,

Ser madre se vuelve inhumano


María Magdalena


Lapidada pecadora,

Que osas a amar,

Desnudas tu pureza,

Bajo el manto de la oscuridad


Le unges con perfumes,

Para enjuagar su mente,

Antes de su llegada, A la ciudad sagrada


Jesús te besa en la boca,

Y te despoja de pecado,

Cuando entre sus manos, Se encuentra tus muslos


Flaqueza divina,

Que se come la culpa,

Otorga clemencia,

A tus caderas profundas

Siempre cuando tu yerro,

Sea encanto de su salvador


Diabla


El diablo tiene vientre,

Dónde se desgarra y renace,

Su sangre no es más que frenesí,

Que corre por sobre su piel

Se acuesta en mis pies cuál niña,

Los sumerge en el agua, purifica, Me limpia de la salvación sagrada,

Para asegurar la voluntad


La fruta prohibida es liberación, No existe perversión en el saber,

La culpa la tiene el creador,

Que no comprendió a la mujer


En dulce murmuro confiesa,

Vivir es pecado, con certeza,

El hombre nació para escuchar,

Nosotras estamos para luchar


Salvador

Dios mira mis piernas por la calle,

Me chupa la sangre,

Masca mi coagulo,

Encuentra su humanidad en el pecado


Dios no comprende el amor,

Lo limita a la perversión,

Muerde mi cuello,

Desgarra mi cuerpo


Dios justifica el dolor,

No escucha el consejo,

Rompe mis brazos,

Quiebra mis dedos


Dios renace en el vientre,

Estalla su fe,

Se entierra en mi boca,

Saca mi costilla


Dios se refugia en el cielo,

Sin mirar al hombre de suelo,

Tuerce mi cráneo,

Acribilla mi pecho


Dios dice que me ama,

Susurra su culpa,

Me abraza hasta que me deshago,

Me mata hasta que vivo


Ciega


Tapas hasta tus talones,

Tu desmentida inocencia,

Te comes la vergüenza,

Detrás de tu clemencia


Dios te ha abandonado,

Hija del cordero,

Que no conoces el pecado,

Pues no tienes cuerpo


Cierras tus ojos,

Ante la profunda verdad,

Que yace en la libertad,

Del sagrado quebrantar


Tu codicia no te salva,

De sus cuerpos profanar,

Los que escuchan la tentación,

Logran amar


Tu ritual divino,

Te priva de renacer,

El fuego del cirio,

No responde al querer


La sobremesa del domingo,

No basta para la salvación,

Le diste nombre a la carencia,

Se llama Dios


Creación


Tu fragancia está impregnada en mi piel, En el momento en que se funde con el ser,

Reconozco tu etérea miel, Su estallido es el encuentro de la fe


Dios no aprueba tu querer,

Tan carnal y sediento del tener,

En el vaivén te siento renacer,

Mientras tus palabras se ahogan de hambre

Codicioso de derretirte,

Dentro de mis humeantes caderas,

Que reciben el pecado de Eva

Y prueba la manzana de tu creer


Tu filosofía del deseo, Ensucia mi enseñada pureza,

La vida se da entre las piernas

Y también comienza Dios





 
 
 

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