Lilith
Yace en tus labios el pecado,
Susurro prohibido que alimenta el deseo,
Te haces de arcilla del suelo, Coraza despojada de miedo
Lengua engendrada de libertad,
Profesas la ignominia,
Con la vista arriba,
Entierras la pureza
Desterrada de la subordinación,
Encuentras la vida en el hambre,
Conoces el poder incesante, Reservado para Dios
Hombre ignorante,
Solo entiende la obediencia,
Se pierde entre tus piernas,
Con el egoísmo de la fe
Al artista le temblaron las manos,
Cuando entendió lo que es mujer
Eva
Cortaron la costilla de la ingenuidad,
Él se hace infinito en tu vientre,
Desgarras tu cadáver para renacer,
Llevas el pecado en tus caderas
Condenada a ser carne, no alma,
Fuego que quema, pero no consume,
Te murmuran en la sombra,
Con la promesa de despertarte
Cuenta los secretos del lamento, Su maldad jamás te reprimió,
Anida dentro de la salvación,
Más allá del santo temor
Huyes dentro de la fruta,
Conviertes de tu carne inmunda,
El que peca es más sincero,
Del que la verdad oculta
María
Ruega por el pecador,
Dentro de tu fingido candor,
Sumisa al deber divino,
Esclava del relapso
Inexorable maternidad,
Sin haber sido corrompida,
Santa virgen escogida,
Bajo su despiadada mirada
Su sádica voluntad,
No responde a la inocencia,
Que se halla entre tus piernas,
Y nace de la creencia
Te desangras al mismo tiempo,
Mientras gritas sin lamento,
Por tu renacimiento,
Dentro de su cuerpo
Culpas al sagrado pecado, Por el dolor de tu seno,
Gracias al afán del tirano,
Ser madre se vuelve inhumano
María Magdalena
Lapidada pecadora,
Que osas a amar,
Desnudas tu pureza,
Bajo el manto de la oscuridad
Le unges con perfumes,
Para enjuagar su mente,
Antes de su llegada, A la ciudad sagrada
Jesús te besa en la boca,
Y te despoja de pecado,
Cuando entre sus manos, Se encuentra tus muslos
Flaqueza divina,
Que se come la culpa,
Otorga clemencia,
A tus caderas profundas
Siempre cuando tu yerro,
Sea encanto de su salvador
Diabla
El diablo tiene vientre,
Dónde se desgarra y renace,
Su sangre no es más que frenesí,
Que corre por sobre su piel
Se acuesta en mis pies cuál niña,
Los sumerge en el agua, purifica, Me limpia de la salvación sagrada,
Para asegurar la voluntad
La fruta prohibida es liberación, No existe perversión en el saber,
La culpa la tiene el creador,
Que no comprendió a la mujer
En dulce murmuro confiesa,
Vivir es pecado, con certeza,
El hombre nació para escuchar,
Nosotras estamos para luchar
Salvador
Dios mira mis piernas por la calle,
Me chupa la sangre,
Masca mi coagulo,
Encuentra su humanidad en el pecado
Dios no comprende el amor,
Lo limita a la perversión,
Muerde mi cuello,
Desgarra mi cuerpo
Dios justifica el dolor,
No escucha el consejo,
Rompe mis brazos,
Quiebra mis dedos
Dios renace en el vientre,
Estalla su fe,
Se entierra en mi boca,
Saca mi costilla
Dios se refugia en el cielo,
Sin mirar al hombre de suelo,
Tuerce mi cráneo,
Acribilla mi pecho
Dios dice que me ama,
Susurra su culpa,
Me abraza hasta que me deshago,
Me mata hasta que vivo
Ciega
Tapas hasta tus talones,
Tu desmentida inocencia,
Te comes la vergüenza,
Detrás de tu clemencia
Dios te ha abandonado,
Hija del cordero,
Que no conoces el pecado,
Pues no tienes cuerpo
Cierras tus ojos,
Ante la profunda verdad,
Que yace en la libertad,
Del sagrado quebrantar
Tu codicia no te salva,
De sus cuerpos profanar,
Los que escuchan la tentación,
Logran amar
Tu ritual divino,
Te priva de renacer,
El fuego del cirio,
No responde al querer
La sobremesa del domingo,
No basta para la salvación,
Le diste nombre a la carencia,
Se llama Dios
Creación
Tu fragancia está impregnada en mi piel, En el momento en que se funde con el ser,
Reconozco tu etérea miel, Su estallido es el encuentro de la fe
Dios no aprueba tu querer,
Tan carnal y sediento del tener,
En el vaivén te siento renacer,
Mientras tus palabras se ahogan de hambre
Codicioso de derretirte,
Dentro de mis humeantes caderas,
Que reciben el pecado de Eva
Y prueba la manzana de tu creer
Tu filosofía del deseo, Ensucia mi enseñada pureza,
La vida se da entre las piernas
Y también comienza Dios
Comentários